
En efecto, el estudio del cerebro es tan antiguo como la propia ciencia: idea establecida ya hace más de 2000 años por Hipócrates en el sentido de que el estudio apropiado de la mente comienza - y continúa - en el cerebro. Tema que aún sigue vigente: vino añejo en botellas nuevas... (Hipócrates de Cox . “Sobre las Enfermedades Sagradas”. Siglo IV aC)
Estas son algunas de las disciplinas que la integran: Neuroanatomía, Neurofisiología, Neurobiología, Biología celular y molecular, Neuropsicología, Ciencias Cognitivas, entre otras..
Por ello es quizás el mejor paradigma de enfoque multidisciplinar en el estudio de la relación mente-cerebro.
Nace, pues, como consecuencia de ese enfoque con el que en la década del 70 se fusiona la Psicología Cognitiva, ciencia de la mente, con la Neurociencia, disciplina que estudia el cerebro. Se trata de conexiones entre Ciencia Cognitiva y Neurociencia; entre mente y cerebro.
Michael I. Posner y Marcus E. Raichle en su libro Images of Mind (1999) la definen así: “Es el estudio de cómo se construyen los cerebros”. Y al igual que otros autores, resaltan que “a partir de los esfuerzos para producir un enfoque integrado de mente y cerebro la Neurociencia ha florecido como un campo de estudio que combina muchos enfoques, que permanecían separados, para comprender los principios básicos que subyacen a la construcción del sistema nervioso”.
La integración de la Ciencia Cognitiva con la Neurociencia ha dado origen a un nuevo campo: la Neurociencia Cognitiva que se apoya en modernos métodos de estudio del cerebro en acción y en tiempo real. Para Eric Kandel es la “Rama de la ciencia que aportó a la moderna Psicología Cognitiva métodos biológicos para estudiar los procesos mentales “. (En Busca de la Memoria, 2007).
Ya el registro de la actividad de células individuales en animales despiertos había empezado a dar sus frutos para el conocimiento de la estructura de los sistemas sensoriales y motores.
A partir de 1980 surgen nuevas técnicas de exploración de la actividad cerebral genéricamente llamadas Neuroimágenes. Especialmente - aunque no únicamente - la Resonancia Magnética funcional (RMf) y la Tomografía por Emisión de Positrones (PET), basadas en el hecho de que los distintos órganos del cuerpo humano, incluido el cerebro, difieren en densidad lo que posibilita visualizarlos “in vivo” mediante el paso de haces de rayos X que atraviesan los tejidos en diferentes planos con cierta resolución espacial que permite reconstruir y escanear la sección examinada.
Revelan el escenario cerebral de una diversidad de funciones comportamentales complejas; implican un paso adelante para observar el cerebro y para ver los circuitos neuronales en lugar de células individuales; implican un cambio conceptual revolucionario en el estudio del cerebro.
Pero, ¿cómo localizamos y estudiamos las áreas del cerebro involucradas en los procesos mentales superiores, especialmente en personas normales?
Hoy somos los beneficiarios y depositarios de la más espectacular revolución en técnicas para estudiar la anatomía y las funciones del cerebro con mayor detalle.
Estas técnicas nos brindan “una ventana única desde la cual podemos visualizar las áreas activadas por eventos mentales” creando imágenes de nuestro cerebro cuando, por ejemplo, estamos pensando, escuchando, viendo, experimentando alguna emoción, etc.
Por primera vez los científicos han logrado hacer “visibles” ciertos aspectos del pensamiento mediante el registro de sus efectos físicos sobre la actividad del cerebro.
Desde luego, estos registros NO pueden mostrar lo que pensamos cuando, por ejemplo, estamos leyendo este texto, pero pueden mostrarnos qué áreas del cerebro se activan y cuáles no.
Son una herramienta para un nuevo nivel de análisis de la experiencia mental.
Las teorías modernas sobre Neurociencia Cognitiva van abrevando en los nuevos conocimientos aportados por estas y otras herramientas. Y ya hay avances significativos.
Sin embargo, aún falta mucho por investigar y aprender sobre el funcionamiento del cerebro y su relación con la mente hasta que podamos disponer de teorías que puedan describir y aún explicar, cómo funciona el cerebro y cómo los sistemas cognitivos logran la experiencia subjetiva consciente que muchos autores conceptualizan como “mente”.
Esta es una tarea típica de la Neurociencia que, con sus modernas tecnologías, ha empezado a descifrar los códigos de los procesos cognitivos – mentales – que, cual los jeroglíficos egipcios de la Piedra Rosetta, se encuentran encriptados en la Biología celular y molecular del Sistema Nervioso Central.
Nb: este artículo fue publicado en la página web de la Sociedad de Neurología de La Plata : www.snlp.com.ar